Muchas de nosotras somos conscientes de que las emociones juegan un papel fundamental y que son capaces de afectar nuestros pensamientos e incluso controlar nuestro comportamiento.
Pero pocas veces prestamos la atención suficiente para percibirlas y conocerlas con precisión, somos poco conscientes de lo que hay detrás de ese estado en el que nos encontramos.
Y es en este punto, donde parte el concepto de conciencia emocional.
La conciencia emocional y la autoconciencia emocional
La conciencia emocional es la capacidad de identificar y comprender las emociones propias y las emociones de las demás personas.
Pero la autoconciencia emocional tiene un efecto más profundo y directo sobre nosotras, ya que este es un proceso que se centra únicamente en el autoconocimiento, la autocomprensión, en escucharse a uno mismo, en ir más allá con nuestras emociones y descubrir cuáles son sus raíces que las generan. Ser consciente de cómo te sentís en el momento y comprender por qué te sentís de esa manera. También significa ser consciente de cómo tus emociones afectan a los demás.
Es más, significa ser capaz de gestionar tus emociones de tal forma que estas no te controlen a vos.
La capacidad de ser consciente de las propias emociones y de los factores que las afectan es un aspecto esencial de la inteligencia emocional.
Ahora, hablemos sobre la importancia de desarrollar nuestra autoconciencia emocional…
Lo que buscamos realmente, todos los seres humanos, aún de manera inconsciente es estar en armonía interna, una armonía que nos traiga paz y felicidad a nuestras vidas.
Y dedicar tiempo a observar y comprender tu “yo interno” es lo que te va a permitir identificar y modificar tus percepciones, tus pensamientos, y esto incluso va a cambiar la forma en la que interactúas con vos y con los demás.
Conocerte a vos misma implica entender y gestionar tus emociones, cómo las expresas y que te trae como resultado esa forma de expresarlas. Esto también va alineado con conocer nuestros valores y poder actuar en nuestra vida de acuerdo a ellos.
Pongamos un ejemplo para esto; si la empatía es uno de los valores que elegís para vivir tu vida, estarás más consciente de que todo lo que decís y todo lo que haces puede afectar de manera positiva como negativa tanto a vos como a las demás personas y, por lo tanto, la mayor parte del tiempo tendrás un comportamiento que refleje este valor, por ejemplo con comportamientos éticos y empáticos. Y eso que tenés disponible buscarás que también se refleje en el comportamiento de los otros con vos.
Ahora imaginá, que por agradar a los demás, no asumir responsabilidades o sacar una ventaja, empezás a actuar de manera insensible con quienes te rodean, ignorando sus sentimientos y la forma en la que afectan tus acciones sobre ellos.
¿Cómo te haría sentir?
Puede que si esto sucediese en situaciones particulares y con poca frecuencia, no afecte tanto tu bienestar emocional.
Pero esta forma de actuar que contradice tus valores y tus pensamientos, hará que sientas en tu interior esa desarmonía o falta de integridad entre tus ideas, creencias y emociones. Cuando no hay coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos nos alejamos de la sensación de paz que buscamos porque como resultado lo que sentimos es justamente un conflicto interno que nos trae malestar y nos desgasta a nivel emocional.
De esto mismo parte la importancia de conocernos a nosotras mismas y tener claro cuales son nuestros valores más importantes, esos que quiero que estén presentes en mi vida y en mi actuar, ya que, podré saber ante cualquier acción, emoción o pensamiento si estos están en armonía conmigo y si no los estoy vulnerando.
Como todo lo que pasa por dentro, esto se expresa por fuera y podremos ser coherentes y consistentes también con los que nos rodean, lo que me genera vínculos más auténticos, honestos y sanos.
Hasta acá hablamos un poco sobre lo que es y cómo nos afecta tener o no disponible “Autoconciencia Emocional” y de su importancia para nuestra vida.
Ahora quiero que llevemos ese conocimiento a la práctica y que demos esos primeros pasos que nos van a permitir vivir en armonía y coherencia con nosotras. Para eso te voy a compartir una serie de prácticas que te van a ayudar en el desarrollo de tu autoconciencia emocional.
Y vamos a estar trabajando de manera integral:
- El fortalecimiento del “yo”
- En mejorar nuestra relación con nuestros sentimientos y pensamientos, tanto racionales como creativos
- En alinear la voluntad con los sentimientos y pensamientos
Vamos con 5 prácticas que te irán conectando con vos y te harán más consciente de tus emociones:
1. Centrarse:
Mirar de forma serena y neutral, lo que nos pasa dentro y fuera de nosotras. Concentrarse en el momento presente; y volver a él cuando nos alejamos, ubicándonos en el aquí y ahora, concentrandonos por ejemplo en la actividad que estemos desarrollando.
Por ejemplo, si estamos tomando un café, estar presente en cuerpo, mente y alma en ese momento y esa acción, en lugar de estar por ejemplo fuera de nosotros pensando o haciendo simultáneamente otras cosas. El paso que le sigue, y que podemos ir de a poco incluyendo en nuestros hábitos es incorporar la meditación y esta la podemos iniciar con la pregunta ¿Quién soy yo? su respuesta sólo puede provenir de una mente en silencio que, vacía de pensamientos, facilita reconocerse a sí mismo.
2. Escucharse a una misma:
Esta práctica nos convierte en nuestra propia maestra y es aquí donde encontramos dentro de nosotras mismas, las preguntas y respuestas que la vida nos plantea. Aprendemos a contactarnos con nuestras emociones y sentimientos, a experimentarlos y abrirnos a lo que nos quieren decir.
Permitirnos el diálogo con nuestro ser interior, darle importancia a toda la información disponible tanto la que podemos observar a nivel consciente, como aquella que transcurrimos de manera más inconsciente y que aun así se expresa de varias formas, ejemplo a través de nuestro cuerpo. Esto nos lleva a desconectar de vez en cuando de nuestra mente más racional, para conectar con nuestra mente más instintiva; y a estar más en contacto y en mayor confianza con nuestro ser.
3. Observar sin juzgar:
Una de las recomendaciones más poderosas para facilitar esta práctica es aceptar a los demás tal como son. Esta es una forma de tolerancia activa con la vida del otro, entendiendo que cada uno transita su camino, y que cada acción persigue siempre detrás un valor positivo. No significa que coincidamos, simplemente podemos separarnos de nuestros juicios y entender que es un otro, con otras herramientas y capacidades disponibles para su momento o estadio de evolución en la vida. Tal vez sea éste el modo más profundo y más bello de relación entre los seres humanos, ya que nos conecta desde un lado compasivo y más humano. Observar sin evaluar es necesario para comprender a los demás, para comprender para qué hacemos lo que hacemos y para entender qué es lo que sucede dentro de nosotros y también para poder elegir.
4. Desapegarse de resultados:
Esto significa disociar nuestras emociones de los resultados, del sentirnos bien o mal por algo que hayamos conseguido o no. Empezar y poner en práctica el darle tanto valor al proceso como a los resultados. Cuando soltamos el apego por los resultados y nos concentramos en el proceso, nuestro desempeño mejora indefectiblemente, además de que nos permite disfrutarlo. Conectar con el proceso, nos brinda la tranquilidad que nos da el aquí y ahora. Esta paz y el disfrutar de este proceso, nos vuelve consecuentemente más efectivos a nivel personal, porque podemos en el disfrute dar lo mejor de nosotros.
5. Aceptar y dejar ir:
Dejar de pelear con la vida, aceptar a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se den, incluidas decisiones y acciones del pasado, lo “malo” y lo “bueno”. También significa no culpar a nadie ni a nada, ni siquiera a nosotros mismos, de cualquier situación que podamos estar viviendo. Esto estimula la capacidad de dar una respuesta creativa a la vida, tal como es, en el aquí y en el ahora. Implica saber renunciar y no aferrarnos. Aceptar y dejar ir es liberarse del pasado, de las culpas y comenzar a experimentar la vida tal como es, un aprendizaje, una oportunidad en el presente, empezando también a aceptarnos como somos, con todo lo que consideramos nuestras imperfecciones, porque son las que nos hacen únicas y nos conectan o acercan a nuestra mejor versión.
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